Cuando escribimos, dejamos una parte de nuestras almas en las palabras. Cuando reímos alegramos a otros con nuestras alegrías. Cuando lloramos compartimos el dolor con quienes nos quieren. Cuando vivimos, simplemente crecemos.

domingo, 12 de junio de 2011

¿Recuerdas?, eres mi hermana, lo dijimos un día.

Hola pequeña, quizá no esperes que esté ahora escribiendo estas palabras ante la pantalla. Estás ahí al otro lado chateando conmigo sobre nada en concreto, hablando de alguien que no merece la pena, hablando del daño recibido. A lo mejor no sepas jamás el por qué de muchas cosas, yo tampoco lo puedo saber; pero hay veces en las que no se puede averiguar, el alma de una persona es inaccesible para los demás, para ti, para mi, y muchas veces incluso para si misma. Pero ahora, deteniéndome a pensar y quizá también un poco a naufragar en letras y frases borradas; encuentro las palabras que tu me has dicho durante años para animarme, para hacerme crecer, enseñándome a sonreír ante todos y todo. Eramos unas niñas, dulces e inocentes, aunque a mi me costara admitirlo, y durante algún tiempo nos apoyamos la una en la otra para crecer... pero por causas ajenas a ti, aunque no a mi, dejamos de caminar juntas de la mano en la mitad de ese camino a lo que somos ahora, casi que dos mujeres hechas y derechas que han crecido y madurado a base de caídas. Hoy, aunque hace ya tiempo que estoy de nuevo aquí, quiero que tengas claro algo, algo que jamás debí haber borrado de mi mente, yo estoy a tu lado, se leer tu mirada, se abrazarte cuando lo necesitas y se que debajo de esa mujer que eres ahora sigue estando aquella niña que lloraba sola en un rincón... por eso, ante todo, la distancia, los enfados, el adiós próximo, quiero que no lo dudes nunca, y que como hacías antes, me llames si me necesitas, sea la hora que sea, estés dónde estés... Porque en todos estos años tú no has dejado de ser esa pequeña princesita. Te quiero mucho "hermanita"

No hay comentarios:

Publicar un comentario