Ese verano fue pasando, con muchas fiestas más en las que yo veía al maromo de lejos, cada noche con una diferente, cada noche riéndo y disfrutando, pero yo a pesar de seguir con mis ligues ocasionales no caía en la noción de que ni siquiera me había presentado a ese chico que me hacía sentir tan por decirlo suavemente... "perraca perdia'".
Tuvieron que pasar meses hasta que una amiga nos presentó sus primeras palabras en mi oído mientras bailábamos: "me encantas desde que te vi al principio del verano en la tarima", hicieron que mi ego se subiera por las nubes, él se había fijado en mi, me había estado mirando, de pronto una oleada de calor recorrió mi cuerpo, y mientras bailábamos en nuestra propia música fuimos rozándonos con las manos, el alcohol fue corriendo por nuestras venas y el subidón nos hizo ir acercándonos más hasta que nuestros labios se entrelazaron y nuestros cuerpos se abrazaron. No recuerdo bien que pasó después, sólo retazos de gemidos, mordidas y arañazos que se van sucediendo hasta que despierto desnuda abrazada a él, mi cabeza reposando en un pectoral que parece de piedra y un cuerpo desnudo que deja deslumbrar todo lo que fue para mi la noche pasada.
Me levanto lentamente, le dejo una nota con mi número de móvil y mi nombre(no recuerdo si se lo llegué a decir) y me voy.
Ha sido una noche cargadita, los chupetones en mi cuello lo demuestran, y las agujetas en mis piernas me hacen pensar que he dormido muy poco...