Cuando escribimos, dejamos una parte de nuestras almas en las palabras. Cuando reímos alegramos a otros con nuestras alegrías. Cuando lloramos compartimos el dolor con quienes nos quieren. Cuando vivimos, simplemente crecemos.

viernes, 7 de noviembre de 2014

En casa

Sentirse en casa es algo relativo al lugar que consideremos nuestro hogar. Normalmente es el lugar donde nos sentimos a salvo y nosotros mismos, donde se encuentran nuestras personas amadas, o simplemente el lugar en el que has pasado la mayor parte de tu vida.
El hogar para mi es una mezcla de olores y de sensaciones, de compañías y de cariño, de situaciones y lugares, de eventos y reconocimiento, y como no, es el lugar en el que se encuentran las personas a las que más quiero.
Ahora mismo acabo de subir a un barco que me lleva a ese sitio al que llamo hogar, y justo al sentarme en mi butaca se sienta ante mi una mujer, una mujer como cualquier otra, sin nada que llame la atención a cualquier otro, pero a mi me ha hecho voltearme. No por atracción, más bien por algo básico, casi primitivo: su olor; porque usa exactamente el mismo perfume que mi segunda madre, y eso me ha hecho sentirme en casa.
Y es curioso porque la ultima vez que lo pensé mi casa estaba en otra parte, en otro sitio, con otra gente, en otra isla. Pero, no se si por la edad, por el tiempo, o porque las cosas cambian, empiezo a pensar que mi hogar es el lugar donde este mi familia, donde este mi perro, el lugar en el que crecí y del que siempre he sido una ignorante.
Y estos son los pensamientos de una veinteañera que echa de menos a su familia, y que va de camino a casa de nuevo.