Cuando escribimos, dejamos una parte de nuestras almas en las palabras. Cuando reímos alegramos a otros con nuestras alegrías. Cuando lloramos compartimos el dolor con quienes nos quieren. Cuando vivimos, simplemente crecemos.

sábado, 2 de julio de 2011

Contrabandista de besos.

En mitad de la noche Dos cuerpos se encuentran a escondidas en medio de una estancia perdida de la vieja mansión. Dos jóvenes que se abrazan a oscuras buscando el calor del otro.
Él, su contrabandista de besos, recorre las piernas de ella con una caricia, y al llegar a las caderas la aprieta contra él, para que ella pueda  sentir la pasión ardiente que recorre su miembro , aunque éste aún no se encuentre en su máximo esplendor.
Ella, le araña la espalda cuando él introduce uno de sus dedos dentro de ella, sintiendo su humedad, le muerde la lengua con delicadeza, porque sabe que a él eso le vuelve loco.
Se besan entrecortadamente, jugando con sus lenguas, haciendo que se encuentren en un extraño baile del que sólo ellos conocen la coreografía. Sus cuerpos se enredan en pasiones, en gemidos rotos, palabras de aliento, palabras de pasión. "Fóllame" repite él al oído de ella.. palabras que la ponen aún más húmeda.. palabras que hacen que el pene de él se transforme en un apéndice duro que no parece pertenecer a su propio cuerpo, que sobresale instintivamente.
Llega el momento, la pasión estalla en enmarañadas posturas, él la penetra, como nunca antes lo había hecho, ella gime, lo tiene dentro, lo siente, su humedad se incrementa.
Ambos se dejan llevar, juegan al juego más antiguo el sexo, de una manera primitiva, loca, se sienten, se beben el uno al otro..
Llega el final de esa locura, de los gemidos, los alaridos de pasión se quedan en silencio, se sonríen en la penumbra.. se besan una última vez.  Acaban de buscar sus ropas y se visten sin prisas, descubriendo las miradas del otro cuando se agachan a cojer algo...
Su contrabandista de besos, de sueños, de sexo.. de deseo. Eso es él para ella, uno más simplemente, pero es él, quien la va a llevar al cielo en cada noche de sexo.