Cuando escribimos, dejamos una parte de nuestras almas en las palabras. Cuando reímos alegramos a otros con nuestras alegrías. Cuando lloramos compartimos el dolor con quienes nos quieren. Cuando vivimos, simplemente crecemos.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Y crecer, crecer rápido. Ver como pasan los días, luego las semanas, los meses…
Llegas a un punto, a una edad, en el que no sabes que hacer con tu vida, en el que todo te empieza a dar igual. Un momento en el que piensas: “Que coño hago, soy joven, quiero vivir, disfrutar, sentir, equivocarme,…” Y llegas a la conclusión de que nada es para siempre, que sólo te queda vivir, vivirlo todo cada día, disfrutando al máximo, guardando cada cosa que vivas, porque eso, te acompañará durante tu vida, siempre que no te enfrentes a ese gran vacío que viven muchos mayores…

Y ahora quiero eso, quiero vivir, quiero sentir que esto es para siempre, aunque en mi mente se que nada lo es, quiero besarla, sentirla, llorar y reír por ella. Quiero sentir esta atracción y dejar que surja… porque por mucho que digan, no hago nada malo. Quiero que esa niña que tanto me da, sea feliz, quiero hacerla feliz, no sé durante cuanto tiempo, quizá por la eternidad, quizá no, pero dure lo que dure, quiero que ella disfrute cada momento como lo hago yo.  Quiero ser YO, por encima del resto, por encima de todo, y de todos. Porque ya se ha acabado eso de hacer lo que todos quieren, lo que todos esperan, voy a vivir mi vida, y a buscar mi felicidad, eso ante todo.

Y ahora, vamos a ser felices, ella y yo, el tiempo que sea, ahora voy a extrañarla hasta que llegue el momento de verla, entonces voy a abrazarla, a besarla, a sentir todo, y a hacer que todo sea perfecto. Porque la quiero, y ante todo, ahora mismo esta ese sentimiento. 

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