Cuando escribimos, dejamos una parte de nuestras almas en las palabras. Cuando reímos alegramos a otros con nuestras alegrías. Cuando lloramos compartimos el dolor con quienes nos quieren. Cuando vivimos, simplemente crecemos.

domingo, 30 de enero de 2011

La lluvia contra la ventana

La lluvia golpea mi ventana, apretujada contra el cristal por la fuerza del viento. Y yo me entretengo en ver esa eterna carrera de las gotas, a ver cual gana. Recuerdo un día en el coche, volviendo del campo y viendo las gotas en la ventanilla del coche, y ese día hice como ahora, y aposté conmigo misma cual llegaría antes a la base.  Y aunque la lluvia cae contra mi ventana, un nuevo sentimiento crece en mí, ¿seguridad? ¿confort?, creo que una mezcla de ambas, porque por una vez en mucho tiempo tengo por seguro que las cosas cambiarán en mi vida, que en unos meses nada quedará de lo que soy ahora, de las cosas vividas sólo quedará el recuerdo y un montón de fotografías. Pero, quizás por la lluvia, quizás por las conversaciones en cualquier sitio, quizás porque he crecido sin darme cuenta, he llegado a la conclusión de que algo en mi vida permanecerá, permanecerán las personas con las que he creado vínculos, con las que he hablado intensamente en la moqueta de un barco, con las que mantengo largas llamadas telefónicas, con las que simplemente siento que siempre podré contar. Esas personas se mantendrán en mi vida, y eso me asegura que sonreiré pase lo que pase.

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