Cuando escribimos, dejamos una parte de nuestras almas en las palabras. Cuando reímos alegramos a otros con nuestras alegrías. Cuando lloramos compartimos el dolor con quienes nos quieren. Cuando vivimos, simplemente crecemos.

domingo, 29 de diciembre de 2013

Desde el lejano país de nieve

Cuando despierto me cuesta asimilar donde estoy, los ruidos no son los mismos que en mi tierra natal, y en este país extraño todo va mucho más rápido. Es díficil de explicar las razones que me trajeron aquí, quizá quería huir de todo aquello que hice mal y que me atormentaba a diario, o puede ser que necesitara probar como era vivir lejos de todo lo que conocía, en un lugar con diferente idioma, diferente clima y por supuesto una cultura completamente diferente a la de la España de mi infancia.
Noto que hay algo que me mira, pero al girarme no hay nadie, como siempre.A menudo sentía que él estaba ahí al lado, pero luego nunca estaba, a veces me parecía verlo entre la gente, pèro era imposible, el nunca vendría aquí, ni por mi ni por nadie.
Lo sabía, sabía que esas imaginaciones de verlo en todas partes querían decir algo, no era normal que sintiera sus abrazos en la noche, o su respiración en mi cuello mientras hacia la comida.
Después de todos estos meses tan lejos de casa, creo que estoy preparada para volver, el frío de estas montañas no es lo que esperaba, echo de menos esa temperatura mágica de mi pequeña isla, aquí nadie se preocupa por nadie, lo que me hace recordar con cariño la de veces que un vecino me prestaba un poco de azúcar cuando estaba en casa, ... esas pequeñas tonterías que no apreciamos son las que ahora a mi me estaban haciendo querer volver.
Bueno, para qué mentir él también tenía que ver, su rostro me atormentaba, necesitaba volver, y ver si seguía ahí esa llama que me quemaba cada vez que me veía, y si por el contrario ya todo había acabado necesitaba oírlo de su boca, y no por un mensaje de texto..

No hay comentarios:

Publicar un comentario