Cuando escribimos, dejamos una parte de nuestras almas en las palabras. Cuando reímos alegramos a otros con nuestras alegrías. Cuando lloramos compartimos el dolor con quienes nos quieren. Cuando vivimos, simplemente crecemos.

domingo, 27 de enero de 2013

El LSD

Te vi marchar, esperaba que en algún momento te dieras la vuelta y volviera a por mi.
Poco a poco tu imagen fue haciéndose más pequeña hasta que ya no pude distinguir ni tu forma de caminar.
Y ahí me quedé yo, sentada en ese banco donde tantas veces te había abrazado, mirando al horizonte sin ya poder llegar a verte en la distancia.
No lloré, no lloré en todo el camino a casa, ni e la guagua, ni cuando sonó nuestra canción en la radio.
Llegué a mi cuarto,cerré la puerta y me tiré en la cama a mirar el techo, conté una y otra vez las vetas de las tablas de mi pared, y de pronto caí en la cuenta, me habías dejado.
¿Me habías dicho por qué?Creo que si, recuerdo algo de que lo nuestro era sólo físico...
¿En serio? No veías como te miraba, como adoraba cada una de las palabras que salían de tu preciosa boca.
Todavía no lo entiendo, dónde quedaron todas esas conversaciones, dónde estaban aquellos planes, dónde irían a parar nuestros besos...
Y aquí sigo, esperando a que vuelvas, esperando que me digas que todo fue un error.
Me falto decirte que eras el LSD que me hacía volar, mi droga favorita.

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